jueves, 3 de junio de 2010

Unción de los enfermos

Es importante conocer y valorar este sacramento de la Unción de los enfermos para acercarse con confianza a recibir sus grandes beneficios. A veces, quizás por desconocimiento, los familiares tienen miedo de ofrecer o permitir que sus enfermos o ancianos reciban este sacramento tan valioso y necesario.

Así lo clarifica el Concilio Vaticano II (SC 73):

«La "extrema unción", que también, y mejor, puede llamarse "unción de enfermos" no es sólo el sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida. Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo comienza cuando el cristiano ya empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez.»

Por poner un ejemplo, una operación con anestesia total, justifica el poder recibir la Unción de enfermos.

El Concilio de Florencia describió los elementos esenciales de la unción de los enfermos, el Concilio de Trento declaró su institución divina y examinó a fondo todo lo que se dice en la carta de Santiago acerca de la santa unción, especialmente lo que se refiere a la realidad ya los efectos del sacramento: «Tal realidad es la gracia del Espíritu Santo, cuya unción limpia los pecados, si es que aún quedan algunos por expiar, y las reliquias del pecado; alivia y conforta el alma del enfermo suscitando en el gran confianza en la divina misericordia, con lo cual el enfermo, confortado de este modo, sobrelleva mejor los sufrimientos y el peso de la enfermedad, resiste más fácilmente las tentaciones del demonio que "lo hiere en el talón" y consigue a veces la salud del cuerpo si fuera conveniente a la salud de su alma»

Por último, en 1972 la Constitución Apostólica "Sacram Unctionem" establece:

«El sacramento de la unción de los enfermos se administra a los gravemente enfermos ungiéndolos en la frente y en las manos con aceite de oliva debidamente bendecido o según las circunstancias con otro aceite de plantas, y pronunciando una sola vez estas palabras:

Per istam sanctam unctionem et suam piisimam misericordiam adiuvette Dominus gratia Spiritus Sancti, ut a peccatis lieratum te salvet atque propitius allevet.

(Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad).

Sin embargo, en caso de necesidad, es suficiente hacer una sola unción en la frente o, por razón de las particulares condiciones del enfermo, en otra parte más apropiada del cuerpo, pronunciando íntegramente la fórmula.

Este sacramento puede ser repetido, si el enfermo, ha recibido la unción, se ha restablecido y después ha recaído de nuevo en la enfermedad, o también si durante la misma enfermedad el peligro se hace más serio.»